miércoles, 3 de octubre de 2007

Osito amarillo

A mis compañeritas de primaria les gustaba mucho venir a jugar a mi casa. No era por el patio grande y arbolado o por lo amplio de los ambientes (¡ay, cómo los extraño!) porque esas eran características comunes en las casas del pueblo. Tampoco a las inexistentes dotes de pastelera de mi madre –que se suplían con galletitas o pan y abundante dulce de leche- ni a mi afición por la lectura. Se debía principalmente a mis muñecas.

No sé por qué pero sólo jugaba con las muñecas cuando no me quedaba otra opción en pos de ser buena anfitriona.

Entonces comenzaba el ritual de bajar las muñecas de las repisas y sacarlas de sus cajas, lo que – supongo- daba a mis amiguitas la recurrente sensación de estar estrenando juguetes.

Si a esto le sumamos los jueguitos de dormitorio (muy moderno en ese momento) y cocina (de los de chapa que heredó mi hija en perfecto estado) mi humilde hogar se transformaba en un lindo espacio de juego.

En ese tiempo no había la variedad de peluches que hay ahora pero en la pared de mi habitación tenía colgada una hermosa pepona que también salía a pasear en las tardes de jugar a la casita e inventar historias que hubiera envidiado el mismísimo Migré. Pero por las noches después de la acostumbrada lectura solía compartir mi almohada con un tierno osito amarillo que, obviamente, no formaba parte de las tertulias antes mencionadas.

Supongo que la aparición de estos fragmentos de recuerdos de mi infancia se deba a que mi esposo me regaló un hermoso Igor para nuestro aniversario y se rió un rato largo cuando, días después, llegó y me encontró durmiendo abrazada el burrito de tela.

2 comentarios:

unServidor dijo...

Para el cumple de mi hija (que también lee, y también duerme con un peluche que no presta) dibujé un Igor en cartulina sin cola, y pegamos en una puerta metálica, hice la cola por separado pegándole un ex-imán publicitario para heladera, y al llegar sus amigas, descubrieron (como me contaron luego otros padres) un "NUEVISIMO juego INVENTADO por el papá, re-genial, llamado algo así como PONERLE LA COLA AL BURRO"...

Oh tempora, oh mores...

PD: La cocinita de lata la tenía mi hermana ¡te felicito su conservación!

Aldana dijo...

A nosotros nos pasó algo parecido en un cumpleaños de nuestra hija. Mi esposo dibujó un conejo y le hicimos una cola de peluche con imán. Los chico hacían la cola varias veces para tratar de acertar a la cola. También usamos otros juegos viejos y muy artesanales. El cumple fue un éxito.